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MARCOS MONTENEGRO: “Cada vez que la gente me pide un trabajo les pido que me cuenten un poco la historia del lugar. Trato de ver qué puedo rescatar de eso e intento ponerlo en la maceta”


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“Un día pasamos por un caserón viejo y veo que estaba lleno de plantas y flores que le salían de adentro. Era una casa re linda. La miré y pensé: parece una maceta gigante. Entonces guardé una foto del lugar en mi cabeza, dibujé la idea para trabajarla y empecé a hacer casas en miniatura”, cuenta  Marcos Montenegro, alfarero, nacido en 1981 en Balcarce (provincia de Buenos Aires). Así fue como se le ocurrió la idea de hacer pequeñas casitas en cerámica, que además sirven de macetas, para vender en su tienda online Nemontalfareria.empretienda.com.ar

Según la Real Academia Española un alfarero es un fabricante de objetos de barro, especialmente de vasijas. Después de charlar durante dos horas con Montenegro sobre su trabajo, queda claro que, para él, la alfarería es una herramienta para comunicar y canalizar emociones. “Hacer esto me remite a mi familia y mi origen.  Mis primeras macetas se parecen a mi pueblo. Me costaba mucho no emocionarme mientras las hacía. Me recordaban olores, ruidos, música que escuchaba cuando era chico… o  cuando venía mi abuelo y me pedía que escuche una canción de Larralde* con sus letras sobre el campo. Yo  escuchaba y miraba por la ventana las casas de enfrente, que eran de ese estilo”, cuenta Montenegro.

Conoció el oficio en el 2007 a través de una amiga que hacía alfarería. La fue a buscar al taller, entró, miró y le gustó. “Probé, me encantó y volví. Nunca había hecho nada igual. En las clases hacíamos solo alfarería de torno. Es una máquina que hace girar la arcilla y uno le va dando forma con las manos. Esa técnica la aprendí muy rápido y empecé a levantar piezas al poco tiempo. Después me vine para acá (Ciudad Autónoma de Buenos Aires), pasó un año más y empecé a estudiar profesorado de alfarería”, recordó.

En tu época de estudiante en la Escuela Nacional de Cerámica Nº1, ubicada en la calle Bulnes, ¿que tipo de piezas hacías?

Lo primero que hice fueron tasas. En una de las materias, nos dieron un trabajo práctico donde teníamos que modelar formas tridimensionales, cubos, esferas, cilindros, para luego deformarlas y transformarlas en algo utilitario. Ahí me puse a prueba. Quería ver, ya que estaba estudiando  y que iba a ser evaluado, qué me salía. Hice cosas muy copadas. Una pirámide la deformé, le corté la punta y se me ocurrió transformarla en tasa.  La Ahuequé y me quedó de cuatro lados. Corté las puntas y la hice de ocho. Por último, le agregué un asa y me encantó.  Así que perfeccioné ese modelo, me hice los moldes, me lo llevé para mí, los patenté y empecé a fabricar una tasa de ocho lados, que a la gente le encantaba.

¿Cuál fue el motivo que te llevó a dejar de hacer tazas e incursionar en el mundo de las macetas?

Lamentablemente, en ese momento, no tenía los medios para producir todos los pedidos.  Al principio me iba al taller de una amiga, las fabricaba ahí, ella me cocinaba y listo. Pero después esa opción se calló y empecé a fabricar en casa.  Al no tener horno tenía que hacer muchos viajes. Uno para llevarlas a que me las cocinen, otro para traerlas  y otros dos más para que me las esmalten.  Era una locura porque estaba llevando una pieza muy frágil  a 5 o 6 kilómetros de casa, con el riesgo de que se rompa. Lo hice un par de meses y mientras tanto pensaba que, o me compraba un horno para cocinar o fabricaba otra cosa que se cocine de una sola vez. Y la maceta me permitió eso, hacer una pieza entera y cocinarla.


Marcos Montenegro junto a su familia

Supongamos que un cliente se acerca, con una foto de algún lugar importante para él, y quiere  que le hagas su maceta personalizada. ¿Cómo construís la pieza y qué cosas tenés en cuenta a la hora de representar esa idea?

Cada vez que la gente me pide un trabajo les pido que me cuenten un poco la historia del lugar. Trato de ver que puedo rescatar de eso e intento ponerlo en la maceta. Es como una mini película que armo. Ver la maceta terminada con la planta puesta me permitió pensar en la casa completa y no solo en la fachada. Juego un poco con esa imaginación del que tiene la pieza en la mano, la gira y quiere descubrir cosas. Trabajo mucho para ofrecer algo que no sea igual a todo. Me gusta darle un toque artístico y a su vez emprendedor. Que comunique y transmita... no sé, juego con el sentimiento porque a mí me surge así. Ha habido gente que le entregué la maceta, la vió y se largó a llorar… para mí es inevitable que se me haga un nudo  en la garganta.  Sé que no estoy haciendo algo que vas acá a la esquina y lo comprás así de fácil.

¿Tenés identificado el momento en que empezó a tomar cierta popularidad tu trabajo?

Empecé a vender en pandemia gracias a un cliente. Un día hizo una publicación en Twitter  de una maceta, respondiendo a un chabón que hace maquetas de casas en miniatura. Y ahí empezaron a lloverme pedidos. Al principio trabajaba en una mesa chiquita que tengo en mi casa, amasaba con un palote, tenía varillas de distinto espesor para hacer las láminas parejitas  y amontonaba material donde podía. Una vez que fabricaste tenés que dejar que seque y cuidar ese secado, que no se raje, que no se tuerza. Después me hice mi lugar de trabajo, compré máquinas, investigué, pero nunca más estudié.

Es evidente que hoy gracias a las redes sociales existe la posibilidad de visibilizar lo que hacés sin la necesidad de desembolsar grandes cantidades de dinero. ¿Cómo te llevas con la tecnología y de qué manera trabajas la difusión?

Lo hago todo yo. Ahora me llevo un poco mejor, al principio renegaba mucho de no saber hacerlo, pero tampoco le dedicaba mucho tiempo. Un día me dije: si quieres vender, si quieres tener o emprender tu negocio, tenés que acomodar esta parte. Y ahí empecé a investigar. No quería gastar plata.  Pero dio sus frutos la investigación. Le dediqué dos semanas a averiguar cómo se hace una página de Instagram, cómo se actualiza, cada cuanto tiempo hay que publicar algo. Invertí en publicidad y me fabriqué una tienda virtual. También vi la importancia de cómo presentas el producto. Tenés que tener un packaging, una marca, un sello. De a poquito lo fui armando y espero seguir mejorando.

*   Fotos extraídas de la cuenta oficial de Marcos Montenegro (@Nemontalfareria) 

** José Larralde, canta autor.

 

 

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